La chica con pies de cristal, de Ali Shaw

Dada mi afición a los pies, inevitablemente me llamó la atención este libro: no solo por el título, sino por la ilustración de cubierta, muy bonita. Y en mala hora lo compré, porque es una de esas novelas que se estilan ahora y que tanto me irritan: recorridas algunas por una prosa supuestamente poética (véanse La mecánica del corazón y sus secuaces), cultivan otras una especie de realismo mágico de pacotilla que en el fondo es puro cartón piedra: un papel de regalo bonito que envuelve la nada más absoluta, una fachada preciosa que oculta un edificio en ruinas. Efectivamente, esta chica tiene pies de cristal y Ali Shaw no puede impedir que se derrita y haga aguas porque todo en su obra es frío, demasiado esteticista, falto de verdad, corazón y vida. Vamos, que esto es otro bluff, de los que de vez en cuando publica Salamandra, sello del que se esperan mejores cosas, porque mejores cosas tiene: Montalbano, Música y silencio, Por amor a Judit, Príncipe, Entre las montañas...

Estado del malestar

Yo también estoy harta. Harta de políticos que mienten, roban y no hacen más que insultarse jaleados por sus adeptos, y harta de empresarios y banqueros que cada vez disimulan menos lo que son, lo que siempre han sido (aunque haya honrosas excepciones, como se suele decir): auténticos vampiros, capaces de pedir a sus empleados que dejen de cobrar para ayudar a la empresa, cuando ellos reciben todos los meses nóminas millonarias con las que no solo podrían levantar su propia compañía, sino la economía de cualquier país africano. Llevaba dos años preguntándome por qué no nos echábamos a la calle para protestar por el asalto y el abuso cotidianos (que han estado siempre ahí, aunque ahora, con la crisis, se hayan agudizado), y parece que el momento ha llegado, aunque sea de forma tímida. Protesto desde aquí, protestaré desde la Puerta del Sol, y también desde las urnas. Todas las casas necesitan una reforma de vez en cuando, así que ¿por qué no reformar la nuestra? Lo está pidiendo a gritos.

Adiós, Facebook, adiós

Ayer borré mi perfil de Facebook, y qué a gusto me he quedado. Se acabaron los test estúpidos, las colecciones de animales, las galletas de la suerte y todo lo que va en el pack. ¡Olé!

Jueves enigmático

Así soy yo, no solo inteligente sino ingeniosa, y hoy, mientras paseaba después de comer, se me ha ocurrido un enigma, de esos que de vez en cuando aparecen en la sección de pasatiempos de las revistas o en algunos programas de radio, para que llamen los oyentes y demuestren lo que saben... Pues bien, ahí va la tontería (no daré la solución hasta dentro de unos días, para que mis ¿numerosos? seguidores tengan margen para reflexionar):

En un parque hay dos estanques iguales

separados por una distancia de 8 metros.

¿Cómo llevarías agua de uno a otro, solo con las manos

(o sea, en las manos, sin vasos, cubos, etc)

y sin derramar ni una gota?

Delirio

Puesto que una de mis aficiones es leer, he decidido dedicar alguna entrada a los libros que, por una u otra razón, me han gustado últimamente (y también a los que no me han interesado en absoluto, ya de paso). Así que ahí va Delirio, de Laura Restrepo, que me regaló en Navidad Carlos T, a quien siempre se lo agradeceré: una novela intimista tratada como novela negra que te engancha de principio a fin; una historia familiar que te tiene en vilo y te deja con ganas de más; un chorro de prosa que le debe mucho a García Márquez, aunque encuentre su propia voz. Puro Colombia, como el café. Y lo mejor de todo es que ha conseguido que me entren ganas de leer La novia oscura, que estaba en mi estantería desde hace mucho y me daba como pereza... ¡Seguiré informando!

Alegría de fichar

¡Qué alegrías dan a veces las máquinas de fichar, esos aparatos impertinentes y desagradables, versión empresarial del despertador casero! Ayer fiché de salida a las 18:08 y ¡sí, aún era de día! ¡Lo sé, lo noto (sobre todo por los estornudos y el picor de ojos), la primavera se acerca!

La crisis de las cacas o...

Portal de Cochinos, que viene a ser lo mismo. Después de tanto tiempo, vuelvo a traer un tema escatológico (curioso: mi blog se divide entre pies y comentarios escatológicos; humm, quizá debería ir a un psicólogo). ¿Cómo es posible que en dos semanas, o incluso menos, las que van de Fin de Año a Reyes, mi portal se haya convertido en el Portal de Cochinos? ¿Cómo es posible que durante ese tiempo la misma o varias personas (aunque prefiero pensar que esto no ha sido un trabajo en equipo) hayan pisado alguna de esas dichosas cacas con las que los amables dueños de los perros nos regalan a diario, y la haya restregado por todo el portal, no una, no dos, sino TRES VECES, y siempre en víspera de fiesta, con nocturnidad y en ausencia del servicio de limpieza? Lo único que me consuela es que según Freud la mierda trae buena suerte, ¿no? Pues eso espero, que 2011 nos la mande toda (la suerte, quiero decir). ¡Feliz año!